lunes, 28 de abril de 2008

Un momento para meditar

Cuánta dificultad para encontrar un momento para meditar. Al menos eso es lo que siempre decimos. Ante la idea de parar un momento y sentarnos, en principio, consigo mismos, mil y una excusas aparecen por aquí y por allá.

Si nos disponemos a hacerlo en compañía de otros, entonces la cosa no resulta tan complicada, pero cuando decidimos hacerlo solos, ay, entonces ya todo se vuelve más cuesta arriba, ¿verdad?


Quiero suponer que lo correcto es meditar una media hora al menos, pero, francamente, yo creo que lo mejor es ponerse a meditar independientemente del tiempo. Uno empieza con cinco minutos, y el tiempo se le hace interminable; pero, curiosamente, tras practicarlo, una vez que lo repetimos, nos vamos dando cuenta de que nos apetece demorarnos un poquito más en esta tarea, y, entonces, el espectro se amplía hasta ¿unos 10 minutos? Y luego media hora, y luego... luego uno más o menos vive en ese estado, y se dedica a un encuentro con la Meditación como actividad (además de "estado") para seguir creciendo.

Lo importante es empezar. ¿De verdad es tan complicado encontrar diez minutos? Sé, por experiencia, que no. Ese tiempo, y mucho más, es el que empleamos buscando y encontrando disculpas que nos alejen de nuestra meta.


Para comenzar con la meditación es bueno aprender a relajarse. Pero relajarse quiere decir eso: relajarse, no angustiarse. Normalmente, sobre todo al principio, uno se obliga tanto a relajarse que aquello que debería ser por naturaleza algo agradable se convierte en un tormento. Hay que encontrar el propio camino. Si a alguien le molesta la oscuridad, no debe obligarse a ella porque le hayan dicho que es mejor hacerlo en penumbra. Hallar el punto justo de cada uno requiere un tiempo y unos ensayos de prueba y error, pero finalmente se consigue.

Tampoco creo fundamental dedicar un largo periodo de tiempo a prácticas que puedan aburrir a determinados caracteres. Quienes se aburren dificilmente encuentran la motivación para dar el paso hacia la verdadera “meditación”. Por lo menos, a ese tipo de meditación que a mí me agrada experimentar. Se trata de que cada uno vaya descubriendo su propio y particular camino, pero que todos se pongan en movimiento ya para hacerlo; ése es mi deseo.

Que no hay velas, pues se medita sin velas. Que no hay música, pues se medita sin música. ¿No estás tú, entonces qué más hace falta? Tienes todo lo necesario, no lo dudes. No hay nadie que no pueda hacerlo; otra cosa es la dificultad que pueda uno encontar al principio (sobre todo cuando le han ido llenando la cabeza de ideas tales como "tú no sirves para esto", "es imposible hacerlo", etc., etc.) ¡Todos podemos!

Me gustaría aclarar, eso sí, que para mí la meditación es algo más que conectar con mi interior. También (y sobre todo) me dispongo a conectar con ese Algo Superior y esperar a ver qué sucede.

A veces lo que busco es ni más ni menos conectar y contemplar, pero otras planteo preocupaciones, angustias, penas, para ver con mayor claridad el foco del problema y así poder resolverlo; en parte, porque se percibe la raíz y, en parte, porque se reciben mensajes de solución. Pero nadie piense que estos mensajes tengan que ser rimbombantes y altisonantes. No; si por algo sorprenden es por su absoluta y meridiana sencillez. Y esa sencillez es la que aporta alegría a nuestro espíritu.


Con la meditación uno puede encontrarse con su esencia. ¿Cuál es la esencia del hombre? ¿Espíritu? ¿Materia? ¿Una conjunción entre ambos? Cada uno debe buscar su propia verdad, pero también creo que no debe descartar la existencia de una verdad más amplia, y cerrarse a amplias posibilidades.


Cuando se habla de materia como hecho físico, concreto y medible, a mí me gusta poner el ejemplo del pensamiento, un hecho bastante más abstracto y extremadamente difícil de medir (por el momento; porque la ciencia parece que finalmente demuestra aquellas intuiciones que el hombre ha venido teniendo desde que tiene consciencia).


Para aquellos que no aceptan la existencia de lo que se ha venido llamando espíritu; al menos, no deberían descartar que además de cerebro existe la mente y algo más, el producto de la misma en unión con otros muchos elementos y que se traduce en la palabra "pensamiento".


Y es que, cuando hablamos del ser humano, no podemos hablar únicamente de realidades materiales concretas sino de un mundo ilimitado de posibilidades realizadas a través de las emociones, los sentimientos y los pensamientos. Y la meditación es una buena manera de hacerlos más presesentes y mucho más conscientes y verdaderos.


¿Cuándo empezamos a practicar si aún no lo has probado?